viernes, septiembre 03, 2010

La magia del 3D

Es impresionante cómo esta época en las que nos tocó vivir, nos ha regalado maravillas tecnológicas que antes sólo contemplábamos como una remota posibilidad en películas o series de ciencia ficción.

Con nostalgia me acuerdo de un documental en la televisión que se llamaba "El año 2000" y donde salían inventos como el arnés ese con cohetes que te pones como mochila, y que mediante unos manubrios te hacía elevarte por el aire, dirigiéndote hacia donde quisieras -sí, ese que ha salido en películas (007), el Hombre Nuclear, y hasta en la inauguración de las Olimpiadas en Los Angeles, EUA -.

Otros inventos cuya introducción a la vida cotidiana viví fueron por ejemplo el horno de microondas (que sólo encontrabas en la cocina industrial de los "Burguer Boys") o el teléfono celular, salido por lo visto de los transmisores usados por el Capitán Kirk y el Sr. Spock en Viaje a las Estrellas, y que hoy sencillamente son superados tanto en capacidades como en su cantidad de aplicaciones.

Hago este preámbulo a manera de argumento para establecer que todos estos inventos han sido cool, cosas super útiles, y si no indispensables en algunos casos, bastante amigables con el ser humano, como para tener fans y toda la cosa; sin embargo existe una promesa que a todos los amantes de la tecnología se nos ha hecho, y durante años se ha tratado de cumplir a medias: la llamada Tercera Dimensión.

Este "invento" por llamarlo de alguna manera, en absoluto lo es... me refiero a que la "Tercera Dimensión" es un artilugio mental generado en nuestro cerebro, estructurado como lenguaje, que nos sirve para distinguir fondo y figura, profundidad, y orientación espacial mientras nos movemos; en pocas palabras, si los humanos no existiéramos, el concepto de tercera dimensión (también llamado 3D) no existiría, porque simplemente es un nombre que le damos a una percepción de nuestro cerebro. ¿Existiría el color rojo si no existiéramos? tampoco... sólo existirían materiales con cierta absorción de una longitud de onda, que reflejarían lo que cuando los humanos existían se llamaba "Rojo".

Durante mucho tiempo se ha tratado de incorporar la sensación de 3D en imágenes fijas, a través de lentes especiales y desfases cromáticos. Sobre todo el cine ha sido cómplice en buscar el efecto de profundidad tridimensional entre los espectadores, alegando una experiencia "casi real".

Me acuerdo que en Orlando entré alguna vez a una proyección de una película de Michael Jackson, que mediante lentes te vendía la ilusión de que rayos láser salían de la pantalla; no faltaba el típico gag de buscar hacerte brincar de tu asiento con algún personaje que súbitamente aparece y se acerca a ti más allá de tu zona de "seguridad". Presencié el mismo efecto cuando fui a ver Tiburon 3D en el cine Pedro Armendariz, poco antes de que lo cerraran.

Hoy estamos ante la venta de televisiones en 3D, y los únicos logros realmente concretos que detecto son:

1.- Los lentes mejoraron y no son de colores incómodos.

2.- La animación por computadora ha hecho más espectacular el efecto, logrando varios planos de profundidad, y una nitidez "irreal" en el primerísimo plano.

Cabe destacar que la visión tridimensional es algo inherente a nuestra percepción. Vemos la vida con este efecto que nos tratan de vender encerrado en una pantallita, cuando en realidad, el arte cinematográfico es algo mucho más complejo que querer ser una representación vívida de la realidad en cuanto a percepción se trata.
¿Quién les dijo que queríamos ver todo como vemos la vida en realidad? okey, y si yo estoy equivocado y sí queremos ver películas así, tengo una mala noticia que darles: La película "Avatar", alabada por ser un parteaguas en la vivencia 3D, no se ve como yo veo el mundo cotidianamente, de hecho, al menos yo tuve que quitarme los lentes especiales de vez en cuando, porque me dolían los ojos, incluso a veces la cabeza. Quizás llegue a acostumbrarme, pero definitivamente el mundo a través de mis propios ojos sigue siendo, para empezar, más cómodo que traer adminículos en la cara, mucho más real, con la "poca vivacidad de las imágenes" que es en verdad como vemos. Los juguetes de Toy Story, tan encantadores como puedan ser, nos hacen ver que jamás recordamos en nuestra infancia haber visto un juguete real con la calidad y nitidez de texturas y contornos como siempre vemos al buen Woody o Buzz.

Cuando el hombre quiso experimentar la maravilla de volar, primero tuvo que hacerse de aeroplanos y demás artilugios, para después de un buen rato, animarse a saltar desde un avión y experimentar por unos minutos la verdadera sensación que los pájaros tienen al surcar el cielo, desprovisto de ninguna clase de motor u objetos demasiado incómodos que limitan la experiencia real.

Termino preguntando: ¿se trata de hacer simplemente algo distinto para vender más películas, pantallas, etc? ¿de veras estamos satisfechos con la promesa de tener 3D? Si tratamos de integrar 3D a un arte como la pintura ¿no dejaría de ser pintura y se convertiría en otra cosa?

Lo que les puedo decir es que la industria del entretenimiento y de equipos electrónicos estarían más cerca de cumplir su eterna promesa de tener un 3D como realmente valdría la pena tenerlo, cuando existan películas estilo realidad virtual, en donde pudiéramos ver en una especie de holograma, digamos a una persona que realmente jugara con nuestros sentidos, y creyéramos en efecto que esa persona esta parada junto a nosotros, mientras caminamos a su alrededor, viéndola fijamente... ya tenemos el transmisor de Viaje a las Estrellas, y bastante mejorado; ahora falta el Holodeck de la misma serie.