jueves, diciembre 27, 2007

Decisión















Cerré mis ojos y juré no volver a abrirlos. Susana me suplicó que olvidara lo ocurrido, que la perdonara, que ser un ciego voluntario era un capricho tonto. No accedí. Con el transcurso de los días la vida se convirtió en un martirio para ella. Me tenía que llevar la comida donde yo estuviera, ayudarme a caminar por la casa y, en vista de mi incapacidad para trabajar, renuncié.

En ocasiones, mientras Susana me preparaba el baño, o me peinaba, la oía sollozar. Pude imaginar cómo sus lágrimas corrían por su rostro, cómo la garganta se le anudaba de tristeza. Jamás volvió a insistir en que yo abriera los ojos. Casi sentí pena por ella, pero mi decisión había sido tomada; si me mostraba débil la única afectada sería ella. Yo sólo quería su bienestar.

Cuando empezó a faltar el dinero Susana consiguió un empleo que la mantenía fuera de casa hasta muy tarde. me las arreglé como pude, siempre sin abrir los ojos, porque yo no soy un tramposo. Si Susana se enterase que he abierto los ojos en su ausencia, jamás me lo perdonaría.

Así pasaron dos años; ella se iba a trabajar antes de que yo despertara, y volvía cuando ya me había dormido. Incluso los sábados y los domingos, pues según me dijo recién entró a trabajar, era una condición de la empresa, pero que esa situación no duraría mucho y además, la paga era buena.

Me fui acostumbrando en esos años a un profundo silencio. Durante todo el día lo único que se escuchaba era el reloj de la sala. Llegó el momento en que la voz de Susana era sólo un recuerdo confuso, sus interminables y contenidos sollozos fueron ecos que se me escaparon. Su caminar pausado, que antaño me recordara la hermosa volumetría de su cuerpo, también se esfumó para siempre.

Un día de agosto decidí esperar a que regresara del trabajo; más aún, decidí olvidar lo pasado y abrir los ojos y hasta pedirle perdón. Lentamente fui levantando mis párpados. Aún con los ojos abiertos no pude ver nada durante varios minutos; después, poco a poco recobré la visión. Era de noche, los contornos de los muebles se iban revelando como una fotografía. Esperé hasta el amanecer. Nadie entró por la puerta. Tuve una duda repentina; me dió miedo. El miedo creció, me levanté con dificultad a la silla donde estaba. Busqué por toda la casa. Al llegar al pequeño jardín trasero el olor me paralizó. Su cuerpo yacía en el pasto, inerte.

sábado, diciembre 22, 2007

Disertación profunda acerca del arte de la literatura















Abro el cuaderno y encuentro sus hojas en blanco, lo cual no me sorprende, ya que el día en que lo compré pedí al dependiente me diera un cuaderno de hojas blancas. Quizás rescate el factor sorpresa si me avoco a la tarea de explicar que debería estar lleno de letras, palabras, párrafos enteros escritos por alguien.

Si no fue así, es posible que haya sido porque no abrí el cuaderno en el tiempo correcto, sino justo antes de que el desconocido escritor pudiera anotar cualquier cosa. Lo peor del caso es que contínuamente lo abro, y siempre me encuentro ante el desconcierto de mi anticipación, o de la tardanza del fulano para escribir en él.

¿Por qué razón no compré un libro ya impreso como todo el mundo? Bien, no es tan sólo una razón de comprar o no un libro; es toda una forma de vida, fundamentada en la delicadeza y el arte de la existencia. Desapegarme a tal disciplina, significaría rebajarme al nivel de los que compran libros ya escritos; a los que no tienen la paciencia necesaria para esperar a que los escriban después. En efecto, esa era mi razón.

La paciencia del cazador se sublima en el momento de encontrar a su presa descuidada, y es ese espíritu aventurero el que hace falta a la gente, ese alter ego anti rutinario que no es otro más, que el que hace de un apacible maestro de escuela, un sanguinario monstruo dedicado a la antropofagia, e incluso a los extremos de la política y la administración pública.

Harto original sería descubrir al desaparecido escritor infiltrarse en nuestra biblioteca, mientras busca el inédito volúmen para mancharlo con sus ideas más inspiradas.

También la economía juega aquí un papel importante, púes ¿por qué pagar una cantidad por un libro, sin saber de antemano lo que tiene escrito? Si no es de nuestro agrado, ¿a quién reclamamos? ¡Claro! es muy cómodo para el autor no estar presente cuando leemos alguna célebre porquería. Con mi método, uno compra literatura a un precio razonable y hasta puede supervisar el proceso creativo. Si el escritor hace su trabajo de mal talante, se le puede echar de la casa y esperar a otro. En resumen, es la oportunidad de evitar sorpresas desagradables y de hacer valer nuestros derechos.

Dije algo acerca de evitar sorpresas, pero no mencioné una en especial, que por el contrario, antes que ser una molesita, resulta una tentación irresistible, el alma misma de la aventura literaria: ¿Quién será el famoso escritor que visitará nuestra casa?

Excitado por el suspenso que esta pregunta representa, no le he quitado el ojo de encima al pasillo y a la ventana que dan a la biblioteca. Se dice que una vez un afortunado testigo recibió a Dante en su casa, y éste la encontró acogedora. ¿Quién, después de visitar el infierno, no encuentra acogedor cualquier sitio? Otro informe habla de la muerte casi instantánea de un obispo italiano cuando, en espera de San Agustín, descubrió que en lugar del santo, el destino le había traido la visita de Baudelaire; y qué decir de la pareja de casados cuya vida conyugal estaba al borde del fracaso; tras la visita del Marqués de Sade sus problemas se resolvieron, y ahora son un matrimonio feliz.

Todas estas historias atizan la llama de mi curiosidad, de un morbo histórico inefable que late en lo más profundo; por ese motivo llevo sentado en esta sillita de mimbre seis meses, pues sería lamentable que mientras salgo a comer, un célebre autor llegase así como así, sin un anfitrión que lo atienda a la medida de la circunstancia.

Estaba meditando en todo lo anterior, cuando un rechinar de la puerta principal anunció el tan esperado suceso. El corazón se me paralizó, y la imaginación dejo de volar para atenerse a lo que, de un momento a otro, acontecería en el viejo pasillo. El olor acre que llegaba hasta mi nariz quizás fuese el indicio de algún personaje bastante antiguo, ¿Homero acaso? Cuando vi su figura aparecer entre la penumbra del corredor, descarté tal suposición. Era un hombre alto, de unos cuarenta años, con anteojos; vestía un traje oscuro que le quedaba holgado, y su rostro no me era conocido. Aprovechando mi posición estratégica en la oscuridad, traté de recordar la cara de algún autor que encajara con la del extraño visitante. Fue inútil. Nervioso, me levanté de la silla en el instante en que el sujeto tomó el cuaderno del librero.

- ¡Bienvenido! Disculpe la falta de cortesía pero, no puedo recordar qué famoso escritor es usted. Por un momento lo confundí con Milton.

-¿Escritor? yo no soy escritor, soy médico -dijo tranquilo, a pesar de mi repentina aparición.

-Entonces habrá hecho algún importante tratado de medicina...

-No lo he hecho -comentó, al mismo tiempo que escribía en el cuaderno.

-Es que yo esperaba a un escritor -dije confundido, también decepcionado; casi a punto de llorar.

-Usted ya esperó demasiado tiempo, ya está muerto -echó un último vistazo a lo que acababa de escribir y me lo mostró-. Es una acta de defunción, seguro es a lo que usted se refiere; mire...

En efecto era una acta de defunción. Es curioso pero cuando leí mi nombre en ella me sentí muy relajado... muy liviano.

viernes, diciembre 21, 2007

Las Quinceañeras



Todo lo que usted se pueda imaginar, y más, es lo que le espera si tiene que ir a una fiesta de "quinceaños" próximamente.

Dichosas las mujeres que pueden experimentar el día más rosa de su existencia, escoltadas por cadetes del Colegio Militar a la entrada de la iglesia, leit motiv de los esfuerzos paternos, que han visto florecer a su hija, y llegado el momento, coinciden con la idea generalizada de que esa "flor" tiene que ser presentada formalmente en "sociedad".

Aunque parezca increible, la mexicanísima tradición de la fiesta de "quinceaños" (que por cierto, sólo dura un día) forma parte del rito quizás más antiguo del mundo, que es el de la iniciación o "presentación" de la mujer ante la comunidad. Claro, dicho ésto muy a la mexicana (eufónicamente), ya que en realidad el origen del rito se basa en el ofrecimiento de la mujer virgen, en una edad de madurez sexual, a los varones de la comunidad tribal. Que en este caso la tribu se transforme en una sociedad urbana, nos hace entender que también existen otros valores culturales que cambian con respecto al concepto de "ofrecimiento", ya que incluso el actual motivo de festejar a la quinceañera es muy distinto en cada familia.

Toda la parafernaila quinceañeril es material de estudio para antropólogos, escritores, filósofos y amas de casa. Todo comienza con la decisión de la futura quinceañera: ¿vas a querer fiesta? La respuesta varía desde el "sí" rotundo e inequívoco, al "quiero mi carro", hasta el consabido viaje a Italia, donde la festejada recibe del mismísimo Papa la bendición cristiana, apostólica y romana.

Tomada la decisión, la vida familiar se vuelve un mar de preparativos: la iglesia, los padrinos, el vestido, las invitaciones, el "vals", los chambelanes. Aquí me detengo para reflexionar acerca de estos míticos personajes que acompañan a la quinceañera en su baile de presentación:
¿Qué son los chambelanes?
Según el diccionario un chambelán es: "un gentilhombre de cámara", cosa que no nos dice mucho, pero si echamos un vistazo a esa otra parte de la fiesta, a los ensayos que meses antes realizan quinceañera y chambelanes, podemos dar una definición más precisa: "chambelanes son las personas designadas por la quinceañera para que la acompañen a la hora del baile, con la finalidad de que no sea tan notorio que la festejada no sabe bailar". De ésta definición tenemos que los amigos de secundaria, primos y a veces hasta el novio, sirven de chambelanes, siempre y cuando bailen peor que la quinceañera.

Es curioso ver cómo en épocas pasadas, las quinceañeras y su séquito sólo bailaban el tradicional "vals", y ahora se ha convertido en una parodia de los ritmos de moda, en el que relucen los disfraces de rockeros, punks, raperos (hoy hip hoperos) y hasta Shakira es personificada en tan solemne festejo; pero me estoy adelantando...

Ya hechos los preparativos, y concluidos los ensayos a cargo de un profesional del baile, llega el día esperado. La ceremonia religiosa sirve de escaparate para disfrutar el exquisito y refinado gusto con el que se eligió el vestido de la quinceañera, se distingue por sus tonos apastelados, sobre todo el rosa o el azul. El sombrerito con velo asoma la tímida cara de la ex niña, ahora mujer, que se tambalea en tacones altos por el pasillo hacia el altar (aunque ahora se han puesto de moda tenis hechos de raso del mismo color del vestido). Desúés del didáctico sermón, y de los flashasos de los reporteros gráficos que se encargarán de que el suceso quede inmortalizado en la sección de sociales de prestigiados diarios locales, la concurrencia se traslada al lugar de la fiesta, generalmente bastante retirado del lugar de la misa, mientras la moderna Cenicienta sube a su carruaje en forma de calabaza, jalado no por hermosos corceles, sino por un Galaxie modelo 75 ¿no es como un sueño?

Ya en el "centro social" los invitados esperan el momento apoteósico en el que la festejada, flotando entre nubes de hielo seco y música instrumental, baje por una pequeña escalerita de caracol que apenas da cabida al vuelo del vestido.

Los momentos emotivos no se hacen esperar: el discurso del papá de la quinceañera es fundamental. Las lágrimas corren por el rostro de la festejada y los aplausos brotan a borbotones. Llegada la hora de la cena: la obligatoria crema (de lo que sea), pollo o res y el pastel con harto merengue.

El mariachi anuncia la llegada del final, después, cada quién para su casa; los pies de la quinceañera no soportan un minuto más de tacones, pero lo bailada nadie se lo quita. Los papás cumplen con una etapa más en la vida. Verán orgullosos las fotografías de una noche que da testimonio de meses de preparación, de ahorros y de entusiasmo. ¿Quién le puede reprochar a alguien la sensación del deber cumplido?

La tradición de la fiesta de quince años ha cambiado en los últimos años. En verdad las tradiciones cambian, al igual que los tiempos, pero la actitud festiva en las personas es algo inherente a la alegría de vivir, sea cual sea el motivo de celebración. Quizás ahora el mejor motivo para festejar algo, sea el que podemos festejar algo.

sábado, diciembre 15, 2007

Niño y Gato















Erase una vez un niño con facciones a él mismo.

Sintiéndose en su anhelo joven y con pocos años de haber vivido, no se percataba de que en lapsos invisibles se iba haciendo viejo.

Tenía un gato que comía pasteles y ese gato se escondía en los cajones.

El niño siempre buscaba a su gato y el gato no existía porque su imagen le incitaba a pensar en mundos extranjeros, conocidos, paralelos y distantes sobre todo.

Cocinaba el niño-joven pasteles para el gato el cual en silencios de cajones se escondía sin dejarse ver desde su ausencia. Pero el gato no salía, no salía, no salía, no salíamos de nuestro mundo cuando veíamos gatos, pero el niño-adulto había crecido y él sabía que estábamos equivocados.

- Pobres tontos -suponía pensando que el gato sí existía.

Una vez que cocinaba el niño-viejo se dio cuenta que jamás había probado un pastel de los que cocinaba y enojado por el hecho se comió uno con sabor a chocolate.

De repente empezó a sentirse extraño, con visiones de hombre-niño, niño-viejo, niño-gato.

Y ese gato apareció de entre lo oculto y el gato cocinaba pasteles para un niño, un niño, un niño que se escondía en los cajones y no existía.

martes, diciembre 11, 2007

NOTAS DEL PINOT NOIR
















Quise conservar este artículo acerca del Pinot Noir. La verdad no me acuerdo la fuente, pero ¡Pueden regalarme una botella cuando gusten!

El Pinot Noir ha sido siempre un favorito entre los entusiasts del vino, pero en los últimos años la demanda de esta variedad popular y desconcertante se ha disparado. Las ventas estadounidenses de pinot noir se elevaron 40% desde el estreno de la película "Sideways" en 2004, y los críticos de vino sólo han avivado la flama. La maestra sommelier Madeline Triffon, por ejemplo, compara la sensual calidez del pinot noir al sexo en una copa, "estar hasta el tope de la increíble textura y placer hedonista". Lo llama un vino "tan seductor al que es muy, muy difícil decir "no".

Recientemente los científicos han apuntado las herramientas de la genética hacia la amada uva Pinot Noir. El mes pasado en la Revista Nature, un consorcio de biólogos publicaron el genoma completo de la parra Vitis Vinifera. El estudio causó gran consternación y desconcierto entre los europeos y una indeseable publicidad para los sommelier y puristas del vino. No son sólo los europeos, que están en contra de los alimentos genéticamente modificados de cualquier clase, los que se oponen a la investigación sino también aquellos que han sido los enérgicos protectores de la fabricación del vino, una industria de grandes tradiciones que ligan el vino a la tierra en la cual se cosechan sus uvas.

Hubiera sido bastante malo si la investigación se hubiese realizado en EEUU, el imperio maligno de los alimentos genéticamente modificados, o por orden de alguna gran empresa de alimentos, pero fue enteramente una iniciativa europea. Los investigadores son del Consorcio Público Franco-Italiano para la Caracterización del Genoma de la Parra, que es apoyada por los ministros de agricultura en Francia e Italia, y están coordinados por la investigación nacional y los centros estadísticos de cada país. Emprendieron el trabajo precisamente porque posibilita juguetear con el genoma del pinot noir. No solamente es la pinot noir la uva más fácil de secuenciar, sino que es también la parra nuclear entre las especies, de la cual se derivan virtualmente todas las otras uvas; en otras palabras, tener la secuencia del genoma de la pinot noir simplificaría el proceso para secuenciar los genomas de las otras uvas.

El estudio también revela tentadoras pistas tales como, qué es lo que hace a la uva pinot noir una de las uvas más misteriosas y complejas. La pinot noir tiene 89 genes funcionales que contribuyen a su sabor y aroma, que son más específicos que las definiciones usuales de "madera" o "afrutada".

Los científicos también identificaron 43 genes que contribuyen a los beneficios de salud de la pinot noir. El hallazgo reafirma a aquellos que mantienen la idea de que el vino es bueno para la salud. Uno de tales genes encontrado en las uvas pinot domina la producción de resveratrol, un antioxidante presente en el vino tinto que se asocia con beneficios de salud como el antienvejecimiento.

domingo, diciembre 09, 2007

El Botón

La verdad, Samuel no quería apretar el botón. Estaba tan a la mano, de un color rojo tan llamativo. La cosa más fácil de hacer era oprimirlo. Tuvo que esforzarse verdaderamente para retirar su mano del tablero con lentitud. Por su mente pasó un desfile de imágenes en las que veía a la humanidad avanzando cada vez más en el campo de la tecnología, la misma tecnología que había hecho posible que con un insignificante botón rojo, la naturaleza se rindiera ante un torbellino de destrucción. Pero tenía un deber que cumplir; sus sentimientos ante el orden natural no eran compatibles con su misión, la cual era específica: apretar el botón.

Durante unos segundos Samuel contempló el interruptor. Era pequeño, como si no tuviera mayor importancia que los demás botones del tablero; rojo brillante, de forma rectangular y con una superficie rayada, antiderrapante. ¡Era un botón para valientes! Estaba ahí para no dudar en el momento de usarlo, y ni siquiera se le podía resbalar a uno el dedo. Sudó frío. Volvió a poner su mano cerca del tablero; no tardarían en darse cuenta de que aún no apretaba el botón. Puso su dedo tembloroso sobre el interruptor, lo miró fijamente y se preparó para escuchar el estruendo infernal. Cerró los ojos. En ese instante su mujer entró por la puerta blanca.

-¡¿Se puede saber porqué no has licuado las fresas?!

- Es que no sé en qué velocidad...

-Por lo visto los hombres no tienen nada que hacer en la cocina. ¡Te dije que el botón rojo!

La mujer lo apartó de la licuadora y preparó el postre.

sábado, diciembre 08, 2007

Puerta de hierro Art Decó

Hoy fue un gran día; la sensación de la vida fluyó por sus venas desde el primer momento que accedió a cerrar los ojos y descubrir una ventana a un mundo que daba por conocido.

- Confía, pasos más grandes... -le dijo ella.

-Siempre andamos por la vida con certezas, y fue agradable confiar hoy. -Pensó. - Gracias por ese regalo lindo de un lugar especial.

Un palacio en otra perspectiva, el frío, los primeros pasos, encuerados de los mil pueblos tocando un tambor insoportable, la visita de un viejo y conocido vestíbulo, y descubrir una puerta de hierro Art Decó, y el latido mientras se ve el mundo a través de ella... - Quien inventó la vida se voló la barda -Dijo Héctor para sí.

Ni decir de las sensaciones posteriores, pero esa puerta sigue en su mente. Aun ahora, no quiere pensar tanto, simplemente recordar.


Un treno che parte da Mestre al mattino
La Pioggerella freda ed aspra di un giorno senza sole
Un treno che parte da Mestre al mattino...

Hoy, también viajar en un estacionamiento fue como un ride en la montaña rusa...

Así transcurrió el día para Héctor; Quizás le esperaban muchas otras sorpresas ese mes.

martes, diciembre 04, 2007

Leticia Tarragó y la felicidad de ser Chilango


Leticia, también me has dado con tu flecha...
Descubrí su obra en Puerto Vallarta, fabulosa con el grabado, colores y rostros que envuelven la atmósfera con algo entre misterio e inocencia...
Pintora de renombre internacional... ¿les conté de un cuadro que compré a un vendedor de "chácharas y usado"?
Increible: voy pasando, y veo discos piratas, relojes usados, libros.. y recargados junto a un poste de alumbrado, tres cuadritos con marcos maltrechos...
Como me dijo alguna vez una amiga... "sonido de disco rayado"... vuelvo a mirar, y veo un rostro familiar... una composición fuera de lo común... y sí, era ella. Pido el cuadro para verlo de cerca y leo la firma de Leticia en lápiz. ¡Increíble!
- Cuánto por el cuadrito...
- dos cincuenta güero...
- Te doy doscientos...
- ¡Sale!
Un grabadito pequeño, de autora de renombre internacional, en doscientos cincuenta pesos.
¡Amo esta ciudad!

lunes, diciembre 03, 2007