Aprendo a vivir a jirones... esperando
porque esperar nunca ha sido lo mio.Multiplico mis ojos, en tus lejanos signos
en tus luminosas ventanas, que aguardan, silenciosas
A veces, un roce de tus dedos dibuja el "escribiendo"
que me altera el corazón
otras veces la soledad no sólo se hace porteña,
sino que adelanta el paso, se presenta viva,
en un balcón que aguarda lánguido el timbre de la puerta.
No puedo exigirte nada...
Ni mucho, ni poco, ni juzgar por tu mirada.
No puedo lanzar una parvada de aves celestes
ni te puedo inundar el libro azul con ácidas metáforas.
Debo aprender a esperar, a jirones agrestes
a que elongues tus quehaceres,
a que colmes tu línea temporal con los placeres.
Un punto y coma más, y todo se vuelve una novela;
Un acento menos, y deviene en mísera desgracia.
Tan cerca y tan lejos... como en un confesionario,
como si nos separara un velo por el cual distinguir el brillo de tus ojos...
pero no tu aroma, ni tu risa, ni el color de tu cabello.
¿Sabes que jugaba aquella noche?
¿Sabes que despacio pregunté si te pesaba?
Sólo el silencio... que todo y nada dice.
Si las ciencias requieren de una respuesta exacta
no debieran ser su lengua los silencios.
¡Cuántas ventanas tengo abiertas!
y no entra ni una brisa que refresque la mañana...
¿Cuántos minutos dura el último latido?
Debo aprender a leer tus signos, a jirones.